El Espíritu Creador è Los Arrecifes de Coral
Como infinitas odas, los
arrecifes de coral, emitían sonidos que parecían llegar de mucho más allá de
este planeta. Presté atención, eran odas angélicas, de aquellas que solamente
se escuchan en los templos y donde los más sólidos instrumentos, componen sin
conocer teorías ni técnicas, pues dejan que sus manos de artesano se deslicen y
hablen por sí solas, así oleadas de alados seres que armónicos nos entregaban
el más sagrado de los elementos, nos mostraban que desde la música y el
silencio, se puede componer y que solamente desde ahí se puede dar con el hogar
de la creación, allí donde se aprende a crear tal cual lo haría Dios.
Observé las manos de uno de
ellos, de uno de esos tantos seres angélicos, eran dedos hechos de plumas de
acero, fuertes y robustos, que se deslizaban con tanta agilidad y finura que
nadie podría imitar. Quedé perplejo por las odas, que una a una me iban
recomponiendo, no necesitaba nada más, solamente silencio, las odas y los
arrecifes de coral. Fue en esa armonía y en ese silencio cuando sentí como algo
comenzaba a arder en mí Ser, me emocioné, el creador había despertado en mí, su
incandescencia se acentuó, lo imploré y mientras una oda penetraba en mí, una
llama sin luz aparente comenzaba a crecer. Un flujo de energía me envolvió para
dotarme de los elementos con los que los arquitectos crean las formas que
después verán la luz. Pero supe que tenía que hacerlo a oscuras, pues sólo era
esa llama negra la que podía dar tanta luz.
Texto y Narración a cargo de Núria Gómez y Karme Millán
Temple Inanna