La Semilla Originalè En Tierras de Mu
Cierro los ojos y puedo ver el Mar, y pese a ser sordo también lo puedo escuchar. Saboreo toda la intensidad de su sal, percibiendo el infinito aroma de toda su profundidad.
Aquí
me encuentro, tocando cada palmo de este hermoso lar, emocionado al poder
recordar, el día que partí de aquella isla oculta bajo las aguas de sal.
En
ese increíble lugar, que aún muchos no recuerdan habitar, viví y aprendí todo
lo que hoy soy capaz de expresar.
De
repente, abro los ojos, una poderosa fuerza me ha despertado, me ha tocado el
hombro y me ha susurrado que han llegado los tiempos de emerger, tal cual lo
hace un vergel, cuando invade de vida toda aridez.
Emocionado,
siento mi garganta emitir sonidos que quedaron ahogados, en esa isla ancestral,
de la que muchos hablan, pero no se atreven a explorar.
Hoy,
estoy aquí, viajo desde el ayer, Mu es nuestro nombre, fui uno de sus
habitantes, uno de esos seres que aprendiendo a ser amantes, sobrevivieron a
todas las epidemias de hambre, permaneciendo - pese a todas las catástrofes -
impertérritos en nuestras naves, sabedores de que será el tiempo quién nos
devolverá nuestra identidad.
Si,
Mu ha regresado, hemos regresado, pero sólo seremos visibles a quién nos coja
de la mano. ¿Vamos…?
Sin
dudarlo, tomas mi mano, y sin aferrarnos, nos sumergimos para viajar a nado,
hasta dar con ese pedazo de tierra que en su día ocupamos.
Tomo
un puñado de ella, me habla de los días en los que la arábamos, para dejar caer
cientos de semillas, con la certeza de que el tiempo nos entregaría, los frutos
del Árbol de la Vida, los que yacieron encerrados en cada una de esas semillas
y que lograron tomar vida, durante vidas y vidas, cuyas infinitas ramas nacidas,
germinaban brotes que contenían toda nuestra energía.
Hoy
hemos regresado, el Árbol de la Vida vibra, mientras se escucha la voz del
Templo, donde las Sacerdotisas oran, las Amazonas lo celebran, las Artesanas
crean hermosas odas y las más entrañables dadoras, emanan el alimento que nos
convirtió en eternos.
Tiemblo,
casi no consigo creerlo, es cierto, es el momento. Respiro profundo y eterno,
asiento mi intención y sin más… emerjo.
Ya
no hay vuelta atrás, las aguas de sal no son mi techo, pues hoy es únicamente
el mismo Cielo, quien me da vida y alimento.
Somos
de Mu, de las lejanas tierras sumergidas que han mantenido viva, la misma vida.
Texto y Narración de Núria Gómez y Karme Millán
Temple Inanna